Juego y Desarrollo de las Carreras en España (por Sansovino)

Foro A Galopar & Turfinternet, 03/07/2004


Siento mucho que por razones laborales me queda muy poco tiempo para entrar en el foro, sobre todo cuando veo que existe un sano debate sobre soluciones para un futuro que sigue sin ser prometedor. Todos los puntos de vista que están apareciendo en el foro sobre el desarrollo del juego y las carreras tienen interés pero estoy de acuerdo sobre todo con los expresados por Louisville y el conde Almazy. Sobre este asunto circulé en 1995 un modesto trabajo en la época en que el hipódromo de Madrid se estaba yendo a pique, entre otras cosas por la demencial política de apuestas de Sarasola y su gente. No ha perdido demasiada vigencia y como no tengo más que “cortar y pegar” os envío algunos de los párrafos más relacionados con vuestro debate de estos últimos días (el estudio era bastante más amplio y cubría el tema general del desarrollo del juego)
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Cuando la inicial “Quiniela Hípica” (QH) despega en los primeros años 80, la oferta pública de juego era todavía muy reducida en España. Los casinos y bingos llevaban unos pocos años en funcionamiento; no existían tragaperras ni lotería primitiva; el cupón de los ciegos no era todavía el cuponazo, y dejando aparte la lotería, la quiniela de fútbol era la única gran opción semanal. Ayudada por la televisión, la QH se hace en unos pocos meses con unas recaudaciones espectaculares para un país con una afición a las carreras tan reducida y donde sólo funcionan, por turnos, tres hipódromos. La explicación es que se había encontrado un filón no explotado. Era un momento en que se necesitaban más ofertas de juego que las existentes, y la QH se adelantó momentáneamente a otras. Cuando al poco tiempo aparece el Cuponazo y sobre todo la Primitiva, la QH inicia su caída, más lenta que su crecimiento, pero tercamente constante. Las nuevas formas de la QH, ya con Hipódromo de Madrid S.A. a cargo de su gestión no consiguen frenar su caída, y diez años después de su lanzamiento la recaudación ha vuelto a las cifras que se obtenían con la vieja Quíntuple, que sólo se podía jugar en el hipódromo y en unos pocos despachos de Madrid y San Sebastián.
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Aquellos tiempos felices para la QH de 1983-84 no volverán. Esto no quiere decir que no haya ya posibilidades de acercarse o superar las cifras de juego de entonces. Pero si se consigue ya no se recaudarán a base de un público general, a una masa de jugadores mayoritariamente ajeno a las carreras. Estos tienen ahora una oferta amplia de juegos más sencillos para tentar la suerte que una apuesta donde siempre hay que conocer factores variables como el número de corredores, caballos retirados etc. Si las cosas se hacen bien, el juego sobre las carreras fuera del hipódromo, y quizá una apuesta nacional como un primer exponente, podrían volver a reunir cifras apreciables de juego. Pero se obtendrán de un núcleo principal de apostantes aficionados o conocedores de las carreras, y tendrá que ir parejo a un aumento lento pero progresivo de la afición, del número de hipódromos y caballos en entrenamiento etc. etc. Será un proceso largo y fruto de un trabajo constante y no el simple resultado de una elección acertada del tipo de apuesta, ni del apoyo de la televisión o campañas publicitarias.
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No puedo entender como se insiste tanto en la misma filosofía: apuesta dificilísima, un poco de televisión, propaganda a base de repetir mucho la palabra “millones” y a esperar sentados. Esa estrategia ya no funciona; el filón oculto que se quiere encontrar así para las carreras de caballos está agotado. Si se pretende atraer el juego sobre ellas, hay que trabajar bien y con paciencia, ofrecer un producto de calidad, aprovechando los atractivos y ventajas que las apuestas de las carreras tienen sobre los juegos de puro azar, y no tratar de competir con estos dentro de su propio terreno. La verdadera estrategia para el desarrollo de las apuestaS nacionalES (plural destacado a propósito) pasa por dos planteamientos básicos: 1º) Desarrollo de las propias carreras de caballos y 2ª) Enfocar el juego hacia el aficionado. El primero de ellos no es un proceso fácil ni rápido, pero sobre el segundo se puede actuar desde ahora mismo. Como consecuencia de ambos, hay también que hacer una apuesta decidida para instaurar el juego exterior sobre toda clase de apuestas y para ello una Apuesta Nacional puede servir de “ariete”, pero sería peligroso conformarse sólo con ella.
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¿Qué tipo de apuestas elegir para el juego exterior? En principio no hay que poner ningún condicionante distinto de los requisitos que deben reunir las apuestas interiores para atraer a los apostantes. En realidad el futuro es conseguir, como en los países con un turf desarrollado, que las mismas apuestas que pueden hacerse en el hipódromo se puedan hacer fuera de él, y viceversa. Admitamos, sin embargo, que podría comenzarse, sólo comenzarse, con una apuesta “nacional”, que arroje dividendos moderadamente altos, y que ayude a romper el fuego del juego exterior. Insisto hasta la saciedad que la “llave maestra” es que sea una apuesta atractiva para los aficionados a las carreras y que su popularización se conseguirá principalmente por la atracción de nuevos aficionados y el desarrollo de las carreras y no tratando de atraer a jugadores de azar.
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El futuro ideal es poder hacer las mismas apuestas tanto dentro como fuera del hipódromo. Si se adopta una estrategia encaminada a ese futuro, una apuesta nacional como rompehielos no debería verse como una apuesta ajena a las demás, alejada del hipódromo en despachos que cierran antes de las carreras. No; el enfoque que se le debe dar es el de una más entre las diversas apuestas, con la particularidad de que puede producir dividendos más altos. Para ello:

1º) Debe estar en buena armonía y convivencia con el resto de apuestas y evitar interferencias y duplicaciones con estas. Por ejemplo, no se puede tener, como sucede ahora en Madrid, Trío y Cuarteto (mal llamada "cuádruple" como apuestas del hipódromo y un Quinteto, con Trío de segundo premio, como apuesta nacional.
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2º) Debe poder jugarse en el hipódromo, hasta poco antes de la salida de la carrera o carreras que la compongan. Es una facilidad merecida por quienes se desplazan al hipódromo, hará sin duda aumentar su juego, es perfectamente posible con los medios técnicos actuales y es la norma en todo país con turf desarrollado. En principio puede perjudicar algo solamente a los despachos de la ciudad en que se celebren las carreras, pero a la larga se inscribe en una estrategia general de desarrollo del juego que acabará beneficiando a todos los despachos.

(Hasta aquí el extracto de lo escrito en 1995). Han pasado nueve años y creo que la tesis sigue siendo más o menos válida. Ha habido dos novedades, una positiva que es el desarrollo de Internet y su inevitable uso futuro para realizar apuestas a distancia y otra negativa que es la situación de transferencia del juego a las autonomías y la dificultad que eso representa para unificar el juego en toda España. Lo que no ha cambiado es la absoluta necesidad que tienen las carreras de caballos de financiarse con el juego exterior, que pueda efectuarse desde cualquier punto del Estado y sobre cualquier hipódromo del mismo, en fondo común y sobre el mismo tipo de apuestas del hipódromo. Si alguna vez lleguemos a eso será la prueba de que nuestras carreras han entrado en vías de desarrollo, porque ambas cosas, carreras y apuestas van paralelas y cada una sólo puede progresar si al mismo tiempo lo hace la otra.

Saludos a todos

Sansovino