Corría el año 1967 en LA ZARZUELA (por Peine de los Vientos)
Foro A Galopar & Turfinternet, 17/11/2004

Corría el año 1967 y nuestro hipódromo de La Zarzuela era un lugar muy feliz para todos los aficionados a las carreras de caballos, en esas tardes hermosas de nuestro calendario hípico, nos reuníamos muchos amantes del turf cada Domingo en el recinto de Tribuna, donde se polemizaba sobre muchos aspectos de los acontecimientos que se iban desarrollando tarde tras tarde. La desigualadísima salida de la cuarta carrera, el recelo que les quedó a no pocos de si se mantendría un orden de llegada, aunque el ganador había estorbado. La permanencia incomoda del público en los vestíbulos “de las puerta de cristales” pidiendo con insistencia por muchos espectadores una manera de aliviar allí la crueldad del ambiente.

Otra y van.... Los aficionados se quejan de los incidentes de monturas, estribos, etcétera. Sin el menor propósito de molestar a nadie, invitamos seriamente a la máxima meticulosidad en el capítulo. Sobre todo en nombre de la integridad física de los que montan, sin olvidarnos de los intereses del público que andan en juego.

El comentario permanente de cada tarde, el nuevo fallo estrepitoso del sistema de salidas, que constituye un motivo de zozobra permanente, y que el sistema de cajones se impone ya, para alejar ese fantasma de no saberse nunca qué va a pasar al otro lado del telón de las cuerdas. Seria lamentable que por su culpa llegase la frustración de una campaña feliz hasta ahora, meritísima en tantos aspectos.

El final de la jornada una vez corrida la última carrera, era el mismo prácticamente de cada domingo; “acabo de licenciar a mis tablas, porque con tanto vaivén de valores, maldita utilidad me aportaban. Confieso que estoy hecho un taco. A lo mejor veo más claro dejándome guiar por la intuición y por meras corazonadas ¿A usted qué le parece?” El amigo sonríe, ya que con su veteranía está de vuelta no ya de reacciones del corte de la referida, sino de promesas solemnes do no volver a pisar el hipódromo. ¡Oh de las iracundas; rayos y centellas!, de quienes se les hacen huéspedes los dedos de todos los resultados que no encajaron en las cábalas particulares del artista. Así es el “turf” en los idiomas y medios mas distintos, impulsando a muchos aficionados y apostantes a hacer suya la letra de tango: “Yo juré mil veces, no vuelvo a insistir...”.

PD: Estos relatos pueden resultarles “pasados” a los jóvenes aficionados actuales, pero siempre encontraran un recuerdo de aquellos momentos a otros con unos cuantos años mas.

IMAGEN: Aspecto de La Zarzuela en un día de carreras de 1967 (se respiraba una total tranquilidad)