Llenazo en La Zarzuela (por J.C. Ribera)

El Periódico, 24/10/2004


Llenazo en La Zarzuela

• Los jinetes de la cuadra Montsià cabalgaron con la 'senyera' en el multitudinario regreso de las carreras

 

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Acción José Luis Borrego luce la senyera montando a Leisban. Foto: AGUSTÍN CATALÁN

 

 

JOSÉ I. CASTELLÓ
BARCELONA


Chaquetilla amarilla y roja a rayas, mangas y gorra moradas. Son los colores más catalanes del turf español. Los colores de la cuadra Montsià, la escudería tarraconense del empresario José Allepuz Forné, cuyos purasangres galoparon ayer de nuevo entre aplausos de entusiasmo en su hipódromo de siempre: La Zarzuela.
Las carreras volvieron a Madrid, provocando un lleno absoluto en la instalación madrileña, donde se congregaron más de 5.000 espectadores, entre ellos el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón --"ni he apostado, ni tengo información privilegiada"--, Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, y, cómo no, el escritor, filósofo y experto de la materia, Fernando Savater, que deseó: "Espero que este nuevo intento de relanzar el hipódromo vaya acompañado de un nuevo auge de la cría caballar".

Una auténtica pasión
La reinauguración del recinto madrileño acabó con esos nueve años de vergonzoso abandono que obligaron un día a José Allepuz a trasladar sus caballos de Madrid a San Sebastián para mantener su afición. "Se trata, sin duda, de una pasión, de un entretenimiento caro y sufrido", explica Allepuz, que reconoció que el morado de las camisas de sus jinetes era en recuerdo de la República. En este día tan señalado, Allepuz también tuvo un recuerdo para la Yeguada Catalunya, la Cuadra Laia o la Cuadra Barsa.
Curiosamente, la carrera más importante en este reestreno de La Zarzuela, el Gran Premio Citroën, rebautizado popularmente como el gran premio de reapertura y premiado con 24.000 euros al ganador, se lo llevó, de calle, por más de ocho cuerpos, el caballo Young Tiger, propiedad del catalán Javier Gispert, hijo del que fuera propietario de la Yeguada Catalunya. Gispert, que reside en París, trasladó expresamente a su estrella. "Lo hice para conseguir una victoria con la que homenajear, en Madrid, en España, a mi padre, cuya pasión por las carreras de caballos heredé con mucho orgullo".
La Montsià ha sobrevivido durante todos estos años galopando en San Sebastián, en Francia y en el hipódromo costalense de Mijas. También en Vilaseca-Salou. Manteniendo una media de cinco o seis purasangres por temporada y sin llegar nunca a poner pie en tierra. "Yo soy de La Sènia, en la comarca del Montsià, donde siempre se han celebrado carreras de caballos, de ahí mi pasión por los caballos", dice Allepuz. De aquí se explica tanta sintonía catalana en su cuadra: colores, seguidores y hasta el nombre de sus caballos, como su último potro, llamado Menescal.
Y es que el suyo puede parecer un caso único en las carreras de caballos: un catalán capaz de retar a los mejores purasangres. El secreto está en procurarse la diversión antes que el beneficio económico. Así, desde que debutó en Madrid en 1984 con su caballo Easy Boy, Montsià ha ganado músculo en el turf español. Ha coleccionado triunfos, como los de Nitzana o Sand Falcon, y ha merecido el respeto de los propietarios españoles.

La sensatez del dueño
Los caballos de Allepuz están preparados por Mauricio Delcher. El veterano entrenador francés, que dirige la cuadra en Madrid, se ha hartado de manifestar públicamente la ilusión que siente cada vez que gana un caballo de Montsià. Lo dice por el sentido común de su propietario, quien no se entromete en sus decisiones, vicio de muchos dirigentes, y presume de preparador. "Un caballo debe correr las carreras que debe correr, ni más ni menos, y el viejo Delcher está para saber cuáles son", sentencia Allepuz, que recuerda la gran afición y cariño que el desaparecido Ernest Lluch tenía por las carreras de caballos.

Noticia publicada el 24/10/2005 por El Periódico - edición impresa.