Llenazo en La Zarzuela (por J.C. Ribera)

El Periódico, 12/12/2004


Madrid se rinde a otro culé purasangre

 'Young Tiger', el gran triunfador de la temporada de carreras de caballos, pertenece a la cuadra azulgrana de Javier Gispert

 
<b> Feliz </b> Jean B. Eyquem felicita a su caballo. Foto:  DAVID CASTRO
Feliz Jean B. Eyquem felicita a su caballo. Foto: DAVID CASTRO
<b> Victoria </b> Eyquem celebra el triunfo de ayer. Foto:  DAVID CASTRO
Victoria Eyquem celebra el triunfo de ayer. Foto: DAVID CASTRO

 
 

JOSÉ I. CASTELLÓ
BARCELONA


La historia no es nueva. Hace casi un mes se vio por televisión: miles de personas aplaudiendo la exhibición de Ronaldinho sobre el césped del Bernabéu. Ahora aplauden a rabiar a Young Tiger, el caballo culé de Javier Gispert Nolla, que en la hierba del hipódromo de La Zarzuela ha abusado de sus rivales y ha encandilado a todo Madrid. Con insultante superioridad. Y hasta tres veces consecutivas, lo nunca visto. La última, ayer, en los 2.400 metros del Memorial Duque de Toledo, la carrera más importante del año, montado por el francés Jean Bernard Eyquem.
La comparación vale la pena. Young Tiger es un crack. El gran triunfador de la temporada. Un lujazo para el turf español, capaz en siete días de fulminar, primero, a los más rápidos y humillar, luego, a los fondistas. Este purasangre francés desencadena sentimientos apasionados. Dentro del hipódromo, por su poderoso galope; y fuera, por su curioso pedigrí azulgrana. Detrás de este aristócrata de las cuatro patas hay una historia de tres generaciones culés.
Los colores de Young Tiger son los de una cuadra histórica, la cuadra Barsa, que hoy, por capricho de la legislación del turf francés, donde tiene estabulado sus caballos, corre a nombre del propietario. "Aunque participen bajo mi nombre, Young Tiger y el resto de purasangres pertenecen a la cuadra Barsa, fundada en 1981. La registre con s porque temí que la llamaran Barca. Desde entonces, todos mis caballos siempre han galopado con la chaquetilla azulgrana", afirma Gispert.
La devoción que siente Gispert por el Barça viene de lejos. La familia Gispert es culé de alta alcurnia. Socia de toda la vida. Manejan carnés con números entre los 300 primeros. Todo tiene su punto de partida: Javier Gispert es hijo de Carlos Gispert Serradell y nieto de Rafael Gispert Díez, directivo en los años 30 de la junta presidida por Esteve Sala (1934-1935).
Este barcelonismo lo profesan desde Madrid, donde viven. Y no se esconden. El mismo Javier Gispert lo declaró, el pasado domingo, en el hipódromo al que le llevó por primera vez un día su padre. Fue allá en los años 60. "Mi padre empezaba a acudir a La Zarzuela y tras una carrera de venta decidió con otros socios comprar un caballo", dice Gispert.
Carlos Gispert Serradell, de las cajas registradoras Gispert, fundó en 1952, junto a su hermano Eduardo, el Cercle Català de Madrid. Después creó la Yeguada Cataluña y más tarde aceptó ser el tesorero de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar, la entidad que rige este deporte. Ahora se entretiene viendo correr los caballos de su hijo y celebrando los goles del Barça.
Su hijo Javier es quien ha cogido el testigo hípico del padre. Y está consiguiendo algo grande. Está forjando una leyenda azulgrana en la nueva era del turf español. Todo con un caballo capaz de ganar una semana sí y otra también. Un purasangre de cuatro años que costó tan sólo 12.000 euros y lleva ganados más de un millón en premios.
A Gispert le falta por cumplir un sueño: que el Barça le reconozca la tarea de evangelización culé que realiza en los hipódromos de todo el mundo.

Noticia publicada a la pàgina 123 de l'edició de 12/12/2005 de El Periódico - edición impresa