El Canto de Batalla de The Minstrel - Historia para Recordar
(por Louisville)
Foro A Galopar & Turfinternet, 01/12/2006

EL CANTO DE BATALLA DE THE MINSTREL

Por Patrick Robinson - HORSE TRADER Robert Sangster and the Rise and Fall of the Sport of Kings (Harper Collins, 1993)

Irlanda y Reino Unido, 1977

Durante todo el invierno The Minstrel continuaba impresionando a su preparador. Su carácter imperturbable que al principio había causado impresión a Vincent en la subasta se mantenía inalterado por las duras exigencias de su nueva profesión. Seguía yendo como un reloj y no tenía el temperamento de su hermano de tres cuartas partes, Nijinsky. Nada molestaba a este pequeño alazán y, mientras la fría lluvia y el granizo del invierno atravesaban el valle dorado de Tipperary durante enero y febrero, The Minstrel pareció hacerse todavía más hombre. Era resistente, obediente, sensible y voluntarioso. Si su jinete le pedía que acelerase a través de un viento helado de frente, él aceleraba.

La primera vez que apareció un atisbo de que hubiera alguna grieta en su armadura ocurrió en su primera carrera de la nueva temporada, la preparatoria de las 2000 Guineas, la 2000 Guineas Trial, en Ascot. Llevaba casi una semana lloviendo en los alrededores de Londres y el terreno parecía un barrizal. The Minstrel luchó en todo el recorrido, y ganó la carrera por cuerpo y medio a un caballo llamado Gairloch, pero estaba claro que detestaba el terreno pesado y que al final estaba agotado.

Nunca se sabrá cuánto le consumió aquella carrera, pero fue batido de forma contundente en las propias 2000 Guineas, quedando tercero a dos cuerpos de Nebbiolo. En Irlanda sufrieron una amarga decepción. Pero a Vincent se le presentó un interrogante. The Minstrel era por Northern Dancer cuyo metraje máximo eran los dos mil metros. Su madre, Fleur, era por un semental y una yegua que sólo tuvieron dos mil metros en la máxima categoría y por tanto no había razón alguna para creer que el propio The Minstrel pudiera ir más lejos. Pero ni Inglaterra ni Irlanda tienen una carrera clásica de dos mil metros, de modo que si no era capaz de aguantar la milla y media del Derby inglés en junio, entonces tendría que ganar su clásica sobre la milla en el Curragh en mayo. No había alternativa.

En Newmarket había corrido rematando con fuerza en la recta final, pero no le había gustado el terreno tirando a blando, y en las 2000 Guineas irlandesas en todo caso sería más húmedo. Si The Minstrel iba a ganar una clásica tendría que ser las Guineas irlandesas porque la distancia en Epsom podía ser demasiada para él.

De nuevo hubo una terrible decepción. The Minstrel fue batido una vez mas, por Pampapaul en el Curragh. Nebbiolo fue tercero y, aunque había chocado con The Minstrel doscientos metros atrás, la derrota era la derrota. Los grandes caballos encuentran el modo de llegar a la meta primero. Habría buen dinero para The Minstrel como semental, pero no el dineral que Robert y sus hombres buscaban. Todos estaban hartos y el ambiente general lo caracterizaba la gran depresión de los señores Clore y Fraser. En medio de todo esto Robert de repente recibió un mensaje de Lester Piggott y fue inmediatamente a la sala de jockeys. Todavía hoy recuerda el panorama que le esperaba. La sala estaba repleta de vasos vacíos y botellas de champán de la celebración de Pampapaul. En medio de todo estaba Lester, sentado a solas en el banquillo, todavía vestido en su pantalón de montar y chaleco blanco. Robert diría que parecía completamente absorto en sus pensamientos.

"Ah. . . Hola, Robert. Ha tenido una carrera muy dura hoy."

"Ya lo sé. ¿Qué opinas? ¿Irá a Epsom?

"Si lo inscribes yo lo monto. Con terreno decente, ganará."

El milagro de todo esto era que The Minstrel salió de la batalla sin preocupación alguna. Mascó su habitual cubo de cebada aquella tarde como si nada hubiera ocurrido y salió a dar un corto paseo al día siguiente en tan buena forma como siempre, igual de gallito que de costumbre. A todo el mundo le gustaba The Minstrel y todos sabían que su tarea en Epsom en poco más de dos semanas sería tremenda. En Francia había un caballo del Aga Khan de primer nivel llamado Blushing Groom que había ganado las Guineas francesas por tres cuerpos. Ahora era el favorito 9 a 4 para el Derby de Epsom. Vincent O'Brien estaba preocupado. Todo indicaba a que los franceses creían que Blushing Groom podía ser el millero más veloz desde su propio bisabuelo Tudor Minstrel en los años 40. También pensaban que llegaría a la meta en Epsom por pura clase, independientemente de su genealogía. Vincent y John Magnier sabían que una tercera derrota clásica empañaría a The Minstrel para siempre, porque los caballos que siempre encuentran el modo de perder son rápidamente descalificados como débiles de corazón.

La temida pregunta tácita era: ¿acaso esas llamativas manchas blancas y la capa alazán eran las insignias de un caballo que después de todo no lucharía por la victoria?

Vincent lo consultó con Lester, quien pensaba justamente lo opuesto que los franceses.

"Blushing Groom no podrá con el recorrido de Epsom," dijo llanamente. "Es hijo de Red God. Sus hijos nunca tienen milla y media y a menudo tienen un temperamento nefasto."

"Entonces," dijo el preparador, ¿qué opinas?"

Lester repitió palabra por palabra lo que le había dicho a Robert: "Tú lo inscribes, yo lo monto y, en buen terreno, ganará.

Así concluyó la discusión. Durante las dos semanas siguientes hizo tiempo medio soleado sin que hubiera lluvia. El terreno de Epsom estaba seco y rápido, tal como había estado el de Leopardsdown en octubre del año anterior. Lester Piggott recordó lo distinto que había estado el caballo. Cómo había brincado con facilidad sobre el verde seco, en contraposición al modo en que había luchado con el barro en Ascot. El jinete creía que hoy sería el día de The Minstrel y sonreía risueño mientras Vincent le ayudaba a montar en el paddock abarrotado antes de que salieran al paseo delante de las tribunas y el recinto de propietarios. Robert y Vincent se quedaron atrás y esperaron. Vieron a Lester galopar a The Minstrel hasta los cajones y entonces volvieron cuando todo el mundo ya se había marchado. La idea de Vincent era llegar justo cuando la puerta de las tribunas se cerrase y entonces ver la carrera en privado con Robert desde encima mismo de la valla junto al poste de meta con una vista abierta de la pista.

El guardia sabía quiénes eran e hizo como si no se diera cuenta, con las palabras: "Está 5 a 1, señor. Muy buena cotización y que tengan buena suerte." Vincent asintió con la cabeza y sonrió. Tanto él como Robert tenían los nervios crispados mientras el juez de salida empezó a ordenar que los participantes ocupasen los cajones. Mientras lo hacía, docenas de líneas telefónicas desde Kentucky a Inglaterra se conectaban por todo el país. Los criadores hablaban con amigos en Newmarket y Berkshire. En un sentido muy real, el destino del sector del purasangre pendía del resultado de esta carrera. Joe Thomas de Windfields había persuadido a un amigo para que pusiera el auricular del teléfono sobre el televisor de modo que todo el personal de lugar de nacimiento de The Minstrel pudiese escuchar la narración de la carrera. Eran las 10:20 de la mañana tanto en el Bluegrass como en Chesapeake City.

La carrera se disputó a su paso rápido habitual. Milliondollarman en la punta hasta Tattenham Corner, seguido del duro y resistente Hot Grove. Caporello, Nebbiolo, The Minstrel y Blushing Groom iban justo detrás de la pareja en cabeza y, mientras doblaron el punto más hondo de la curva en descenso, Lester se movió casi imperceptiblemente al lado exterior situándose en tercer lugar. Sabía que en los próximos cinco segundos se libraría la batalla y, mientras pasaron el palo de los seiscientos metros volando, Willie Carson montando duramente a Hot Grove se dirigió hacia la meta en línea recta pasando a Milliondollarman en su carrera. Piggott tenía que moverse. Por los prismáticos Vincent vio a The Minstrel empezar a darle caza. Había llegado el momento de la verdad. ¿Sabría pelear el pequeño hijo de Northern Dancer?

Lester lo sacudió pidiéndole que acelerase y el movimiento de The Minstrel pareció aplanarse. Su cabeza se estiró hacia adelante e intentaba desesperadamente alcanzar a Hot Grove. Iban por el lado exterior pero no surtía efecto alguno y al alcanzar el palo de los cuatrocientos metros Lester sacó la fusta. Las ocho hileras de público pegadas a la valla pudieron oír los dos fustazos, como tiros, al pegarle Lester. Justo detrás, podía oír a otro caballo avanzando rápido y adivinó correctamente que era Blushing Groom.

Ahora quedaban menos de doscientos metros por recorrer y The Minstrel todavía no había reducido ni en un centímetro la ventaja de Hot Grove. Lester oyó a otro caballo detrás de él que se quedaba atrás y de nuevo acertó al adivinar – el favorito se había desvanecido. Volvió a sacar la fusta pegando a The Minstrel dos veces y entonces le dio otras cinco veces seguidas pero todavía había un cuerpo entre ellos al pasar el poste de los doscientos metros.

Pero The Minstrel parecía correr para salvar la vida. Estaba disputando la carrera con una valentía impresionante, esforzándose con cada gota de fuerza y velocidad que tenía. Lester alzó la fusta de nuevo, ahora golpeando cuatro veces con ritmo mientras las patas albas de su pequeño compañero batían el terreno. La realidad era que The Minstrel estaba corriendo con la fusta como pocos caballos lo harán nunca. Y se trataba de una pelea abierta por el Derby inglés. La masa de más de doscientos cincuenta mil personas del público gritaba de emoción mientras Piggott azuzaba a su montura cuesta arriba.

¿Quién tenía el corazón más grande? ¿Quién tenía el caballo más fuerte? Llegaron corriendo juntos hasta los últimos cien metros. Hot Grove todavía iba delante pero The Minstrel no dejaba de darle caza. Peleaba avanzando sobre el terreno con una furia que pocos de los espectadores habían visto nunca. Y justo cuando parecía condenado a ser derrotado, The Minstrel encontró en alguna parte del fondo de su ser, otro tranco. Su cara blanca estaba en los estribos de Carson. Ahora estaban al lado. Piggot le golpeó de nuevo y el público soltó un clamor ensordecedor mientras el hijo de Northern Dancer con la cara blanca despuntó a tres metros de la meta y rebasó el poste un cuello por delante.

Vincent O'Brien reconocería que estaba temblando de la emoción cuando les vio pasar la línea de meta como un rayo. A su esposa le caían las lágrimas ante la inagotable valentía del pequeño caballo. Robert estaba conmocionado. Hombres adultos, algunos de los cuales habían combatido en dos guerras mundiales, asentían con la cabeza unos a otros con los labios apretados en reconocimiento de una victoria lograda con valentía excepcional. Hubo gente que se quedó pegada a la valla sujetando la baranda cuando hacía rato que la carrera había terminado.

Lester Piggot dirigió el caballito al recinto de ganadores entre el clamor del aplauso. The Minstrel estaba bañado de sudor, sus costados jadeaban, su respiración entrecortada atravesaba sus ollares que ahora eran rosados, inflados como anémonas. Cientos de personas rodaban el recinto mientras Piggot desmontó de la silla. Se quedó un momento sonriendo a Vincent. Nadie decía apenas nada salvo "¡Bien hecho!" No había más que decir. Pero mientras se alejaba, Lester se detuvo de pronto, volvió la mirada hacia The Minstrel, y sacudió la cabeza sonriéndole. Muchos en el público se percataron del gesto y los vitoreos y aplausos empezaron de nuevo. Fue una gran explosión de alegría.

Pero puede que no fuese una explosión tan grande como la causada por los gritos y alaridos de "¡Ve a por el, Lester!" que resonaban por las líneas de teléfono trasatlánticas desde las grandes yeguadas de la tierra de los yanquis.


Respuestas

(por Chacal)
Foro A Galopar & Turfinternet, 01/12/2006
The Minstrel, dirigiéndose a los cajones en Epsom.
Y el videogif de la llegada (unos 2 megas de carga), aunque es más bonito el relato.
Por cierto que Piggott le dio a The Minstrel unos 24 latigazos. Desconozco si fue sancionado o puesto a pie. Él mismo eligió esta monta como una de las diez mejores de su carrera.