JOCKEYS SOBREVALORADOS: LA HISTORIA INTERMINABLE
(por Leonard Quercus)
Foro A Galopar & Turfinternet, 12/02/2007

Hace poco una de vuestras señorías proponía un tema escabroso para debatir en este foro: la supervaloración de alguno de los jockeys.
Y es un tema que de particular se puede hacer general. Hablaba Chayote de una de nuestras fustas más señaladas de la actualidad, pero podemos extrapolar el conflicto a casi tantos ámbitos como ámbitos tiene la vida en este planeta: al pasado turfista, al presente cotidiano, al futuro climatológico, al pasado histórico, al presente futbolístico, al presente alimenticio, al pasado circense...
Yo afirmo sin tapujos que no me gusta la paella, no me gusta Beethoven, no me gustaba Charlie Rivel ni me gusta Lina Morgan y no me gusta Juan Carlos Valerón, y que, desdeluego, considero la paella como un plato sobrevalorado, a Beethoven como un compositor sobrevalorado, a Charlie Rivel como un payaso sobrevalorado, a Lina Morgan como una cómica sobrevalorada y a Juan Carlos Valerón como un futbolista infinita e incomprensiblemente sobrevalorado.
¿Estoy en un error? No sé qué pensaréis vosotros, pero os podría contar a los que me dijéseis que lo de Beethoven es un sacrilegio que muchas de las obras por las que el sordo alemán ha pasado a la posteridad están basadas acorde por acorde en piececitas que Wolfgang Mozart relegaba al cajón de las partituras de segunda mano. Y os podría argumentar a los que consideráis a Charlie Rivel como un genio que yo considero mucho más geniales las películas de Paco Martínez Soria o los gags surrealistas y gamberros de los Hermanos Marx que a un tío con calcetines a rayas emitiendo gemidos desconsolados a la luz de las candilejas.
Sé que son afirmaciones atrevidas, pero voy a ir más allá. Nacido atlético os aseguro que Fernando Torres es mediocre como un bocadillo de chistorra. ¿O un bocadillo de chistorra no es mediocre? Quizá alguno de vosotros me diga que un bocadillo de chistorra es una ambrosía, como pueden ser el caviar iraní y el champán brut. Pero...¿son ambrosías el caviar iraní y el champán brut? Para mí no, claro: un plato de caviar no deja de ser a mis ojos un plato de perdigones que se han puesto blandos y no bebo alcohol desde los tiempos de los Trillizos Boorman. Los considero un plato y una bebida sobrevalorados, como sobrevalorado está Fernando Torres. Como sobrevalorado está Luis Aragonés como sabio, o como esos cuadros de arte moderno que parecen trazados de ciudades vistos desde el aire y que firman los artistas con prestigio para reirse de nosotros...
Aunque, a lo peor, entre vuestras señorías hay alguno que gusta de ese arte, o de esos cuadros, y considera a Pollok, Mondrian o Klimt mucho más sobresalientes que Rembrandt o Caravaggio, o estima que a Klimt no se le estima lo que se debiera y que a el Veronés se le encumbra en demasía.
Pienso que El Canto del Loco está sobrevalorado, igual que los Rolling Stone, a pesar de que conocí a una persona que proclamaba a los cuatro vientos que los Rolling Stone son mucho mejores que Billy Joel, que a mi me encanta y al que mi mujer abomina.
Y esta persona, el de los Rolling, cenaba todas las noches acelgas, un nutrimento calificado por él mismo como el heredero directo del néctar de los dioses del Olimpo. Y se peleaba con su primo, Fefe, por lo de las acelgas, porque Fefe le decía que las acelgas no son más que hierbas de las que toman los rumiantes. Entonces el de las acelgas, que es el de los Rolling, le soltaba a Fefe que los juegos de rol a los que Fefe aficiona están pensados por marginados y dirigidos a marginados. Y si yo intermediaba para poner paz, ambos, incomprensiblemente, se metían conmigo haciendo piña por ser yo un defensor sin fisuras de la prosa de Umberto Eco, a quien ellos definían como a un trapacero de las letras. Y eso sí que no lo puedo consentir, porque yo pienso que Umberto Eco es mucho mejor comunicador que Dan Brown (del que ellos se confiesan seguidores), el de El Código da Vinci, el libro más sobrevalorado de la última década.
Y como no lo puedo consentir, me suelo revolver y atacarles su gusto cinematográfico, que es infame: magnifican las películas de Pasolini, a quien idolatran y a quien yo considero un pervertido a quien se le dio un cheque en blanco, y les hablo de Tornatore, que a mi juicio es el mejor pintor si se trata de plasmar lo cotidiano que hay en Italia y un mago del corazón. Y ellos me arrojan que lo mío con Tornatore es tan baladí como lo mío con Umberto Eco. Y terminan preguntándose cómo pueden discutir con alguien tan obtuso al que no le gusta la paella ni Jason Pollok...
¿Está o no está sobrevalorado Horcajada? Chayote dijo que sí y otros dijisteis que no, lo que me recuerda que a mí me gusta Billy Joel y mi mujer lo abomina. Y lo que me recuerda a Fefe y a su primo, el de las acelgas. Y a Charlie Rivel, y a Lina Morgan y a Juan Carlos Valerón.
Y me recuerda que muchas de las cosas que ahora son buenas hace unos años no lo eran. Y que incluso el buen Homero dormita algunas veces.
Y me recuerda que a este Leonard Quercus aún le queda alguno que le lee hasta el punto final. La mejor y más palpable evidencia de que la supervaloración también existe.