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NO HALLAR FUERA DEL BIEN CENTRO Y REPOSO
Autor Mensaje
Leonard Quercus

Registrado: 13 Dic 2006
MensajePublicado: Lun Abr 30, 2007 3:37 pm    Asunto: NO HALLAR FUERA DEL BIEN CENTRO Y REPOSO

Siempre me han llamado la atención esas frases grandilocuentes y lapidarias, lapidarias o grandilocuentes, de las películas malas de Sylvester Stallone; también me han llamado la atención los chistes
rápidos en las pelis en los momentos de crisis múltiples.
Esas frases de las que os hablo son del tipo de las que, además, producen una especie de mórbido deleite en algunos de los que las escuchamos, como algunas infames series de televisión sobre institutrices de vida nocturna, algunos escritos sin pies ni cabeza, o el modo de conducirse de ciertas personas. Es como si no se pudiesen esas frases dejar de oir, esas series dejar de ver, esos escritos dejar de leer, o esas personas dejar de mirar.
Recuerdo que el guión del último Rocky está completamente surcado de frases como esas: "No importa lo fuerte que golpees, sino lo fuerte que puedan golpearte" es una de ellas, una de las que recuerdo.
Cuando se estrenó en España el primer Rocky yo era un niño muy pequeño, por lo que puedo escribir sin que me tiemble el pulso que me fui haciendo un medio hombre a medida que Stallone lanzaba las secuelas al mundo; os mentiría si os dijese que no me he tragado todas con un profundo alborozo (sí; a pesar de las frases) y os mentiría si os dijese que Rocky no pertenece a ese conjunto de personajes, circunstancias, acontecimientos...que forman parte de ese pasado en tonos vivos que casi todos consideramos como una época mejor.
Rocky Balboa, el sexto Rocky, se anunció en las marquesinas de las paradas de los autobuses en Madrid junto a otra frase de las míticas: "La historia no se acaba hasta que tú sientes que se acaba". Me quedo con esta frase: "La historia no se acaba hasta que tú sientes que se acaba". Y me quedo con esta frase porque es la razón de ser de este artículo.
Me explico.
Paquito Rodríguez contaba hace poco en la revista que, estando en 70 kilos, no pocas veces piensa en bajar a un peso razonable y lanzarse de nuevo a galope tendido a la conquista del laurel. Seguro que le puede la melancolía. Lógico.
Yo a Paquito lo recuerdo a lomos de Taquiru, y no me preguntéis por qué. Y lo recuerdo a veces un poco castigador, pero siempre con esa sensación que te queda cuando piensas que la posibilidad del caballo por el que has apostado está bien defendida.
Paquito Rodríguez contaba hace poco en la revista que, estando en 70 kilos, no pocas veces piensa en bajar a un peso razonable y lanzarse de nuevo a galope tendido a la conquista del laurel: la historia no se acaba hasta que tú sientes que se acaba.
Bartolomé Gelabert Bernardo tenía antaño algún que otro jinete por delante en la lista de mis predilecciones, y que me perdonen sus más acérrimos partidarios retrospectivos. En la actualidad, y no me preguntéis por qué, aunque bien pudiera ser porque Tolo forma parte de ese conjunto de personajes, circunstancias, acontecimientos...que pertenecen al pasado en tonos vivos de mi vida, me gustaría verlo peleando la estadística.
Tolo explicaba en A Galopar el año de su retorno que se había sacrificado mucho para volver a los cincuenta y tantos kilos y que su mujer era la que más había sufrido. Seguro que su sufrimiento y el de su esposa se debieron a que le pudo la melancolía. Lógico: la historia no se acaba hasta que tú sientes que se acaba.
Estos días atrás, pensando en lo que contó Tolo y en lo que dice Paquito, pensando en los sacrificios de otros profesionales como Josete Vázquez o Agustín López para mantenerse en un peso liviano que les permita estar ahí todavía y casi sin oportunidades, pensando en los sacrificios de otros profesionales como Magic Martínez, Paquillo Jiménez o Jorge Horcajada para no bajar de la cresta de la ola, y pensando en los sacrificios que otros andan preparándose para afrontar por situarse entre los jockeys que admiramos en el paddock, me ha venido a la mente también aquella poesía preciosa del Fénix de los Ingenios, algunos de cuyos versos referidos al amor dicen así:
huir el rostro al claro desengaño
beber veneno por licor suave
olvidar el provecho, amar el daño
creer que un cielo en un infierno cabe
dar la vida y el alma a un desengaño
eso es amor, quien lo probó lo sabe.
Esta tarde, desde mi silla, y con mi vaso de agua, brindo por ellos. Brindo por Josete Vázquez, por Tolo, por Paquito Rodríguez a lomos de Taquiru, por Jorge Horcajada. Por los que andan preparándose para sufrir, por los que sufrieron y por los que sufrirán.
Por los que olvidan el provecho amando el daño, bebiendo veneno por licor suave para que yo te pueda decir a ti que éste no ha montado bien y que tú me respondas con respeto que hasta el buen Homero descansa algunas veces.
Y brindo, especialmente, por los que defienden que la historia no se acaba hasta que tú sientes que se acaba.
Esto es para todos ellos.
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