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ROMUALDO GARRIDO: DRAMA EN TRES ACTOS
Autor Mensaje
Leonard Quercus
Registrado: 13 Dic 2006
MensajePublicado: Lun Jul 16, 2007 3:10 pm    Asunto: ROMUALDO GARRIDO: DRAMA EN TRES ACTOS

Es un domingo de sol tenue.
El cielo está de un azul desganado y en la atmósfera hay algo como de otros domingos remotos. Las hojas de los árboles, impávidas y lúcidas, piensan en sus gotas de comer como el que piensa en el pan de cada día.
Romualdo ha llegado ya al Hipódromo.
Es Romualdo un hombre escueto. Su metro cincuenta y siete de estatura lo convierten quizá en el varón mayor de edad más bajito de La Zarzuela y lo condenan a parecer bastante más pequeño que muchas de las mujeres.
Pertenece Romualdo a ese género de personas que intentan disimular la calva dejándose crecer el pelo de un lado de la cabeza para luego disponerlo en círculos tirando del cabo sobre la tonsura a modo de ensaimada, igual que hace Iñaki Anasagasti.
Sus ademanes son pulcros y delicados, de fémina pulcra y delicada, que hay féminas con tórridos modales de bucanero; yo he visto a algunas arrojar gargajos a distancias muy respetables como cowboys veteranos y la mayoría de las féminas de las nuevas generaciones están ya a los doce años tan experimentadas en el dudoso arte de mentarse a la madre con sus contemporáneas en lengua florida que parecen verduleras insolentes encontradas en cualquier tenderete bullanguero de los puertos del Caribe.
A Romualdo le gusta hablar con corrección. Se dirige a sus interlocutores hablándoles en todo momento de un usted reverencial y los ensimisma con su fonética impecable y su dicción de académico:
-¿Cómo se encuentra usted hoy, doña Anacleta?
-Pues mal, hijo; mal. Es lo que tienen las hemorroides: que no puede una ni sentarse.
Romualdo conoce a doña Anacleta desde su época grande del Hipódromo, cuando competían sus caballos Gilgamesh y Malandrín defendiendo los colores negro y almíbar de su cuadra: la Cuadra Pirenaica.
Romualdo había nacido en Berzocana, provincia de Cáceres, pero estudiando Caminos, Canales y Puertos conoció a la que iba a ser el gran amor de su vida: Amanda Calatayud, una hembra aristotélica con una extraña voz de pito que le habría de enseñar a Romualdo todo lo concerniente al mundo de los afectos, a la que aún hoy nadie ha desposeído en buena lid del récord Guinness de ingesta rápida de coles de Bruselas, y que fue a morir en los brazos de Romualdo una mala tarde de Junio a causa de unas fiebres tifoideas para las que no encontraron cura justo una semana después de que ambos adquiriesen de foal a Gilgamesh en una subasta de Newmarket.
En honor a ella, a su Amanda, que vino a nacer en una aldea recóndita del Pirineo aragonés, Romualdo iba a fundar la Cuadra Pirenaica.
Hoy es un día grande para Romualdo. La quinta del programa es el Gran Premio de Madrid -la carrera preferida de Romualdo desde los tiempos de Rheffissimo- y Romualdo ha decidido hacer depender su propio futuro del resultado definitivo de la carrera.
-Palamoss es mucho caballo -le dice Romualdo a su amigo, Gerardo Vinuesa-. El que quiera batirlo tendrá que galopar como una furia del averno.
Gerardo Vinuesa, que es idéntico al General Mola por los días del Alzamiento, lo desautoriza con dulzura:
-El Gran Premio está corrido, amigo Garrido. No habrá quién pueda con la Baldoria.
Gerardo Vinuesa, de los Vinuesa de Mollet del Vallès, copropietario de una de las cadenas hoteleras más importantes del país con ramales en la América del Sur, fue un seguidor incondicional de Fuchs -al que él llamaba "el Fuchs"-, el caballo de don Jose Javier Herreros de Tejada, a todo lo largo y a todo lo ancho de la vida deportiva del equino de la Cuadra Ibiza.
Tanto era así que hay quien dice que en ninguno de los vestíbulos de los hoteles que Vinuesa tiene repartidos por la geografía peninsular falta un póster a todo color de Fuchs en su época de gloria, y Julián Bermejo Aguiar, que es el encargado de hacer las labores de prospección para Anthony Forde y una de las personas que más sabe de turf en España junto con Almazy y Manuel de Luque, contaba muerto de risa a su vuelta de Caracas a finales de los noventa que había visto a un grupo de turistas japoneses tomando con sus aparatos ultrafinos fotografías del caballo de don Jota Jota en el hall de entrada del Hotel El Libertador de la capital venezolana -propiedad también de la firma de Vinuesa- sin saber los japoneses siquiera quién era ese equino de estampa fabulosa inmortalizado en el instante en que cruzó la meta como ganador para toda la eternidad del Memorial Reina María Cristina de 1979.
Un poco socarronamente, a Gerardo Vinuesa se lo conoce en los corrillos de los incansables de La Zarzuela como don Vinuesa, el del Fuchs.
Gerardo Vinuesa, el del Fuchs, cuya amistad con Romualdo ha pasado por todas las trampas de la memoria, conoce de Romualdo su sensibilidad ilimitada, y sigue tratando de imponer su criterio de perro viejo con mansedumbre y perspicacia para hacer honor sobre todo a la delicadeza de emperador por la que él siempre ha definido a su amigo Garrido.
-Hágame caso y apuéstela aunque sea dos euritos, don Romualdo. Luego no podrá decirme que no le avisé.
Romualdo, mientras escucha a don Vinuesa, el del Fuchs, hablándole de la reina mientras piensa en las cosas que se le ocurren a Dios, que este tío tenga que ser igual al longanizo de Mola, no habrá de olvidar por su parte la mano siempre extendida de Gerardo y sus amables palabras y su desinteresada ayuda en los duros momentos del pasado, cuando Gilgamesh vino a romperse una pata en la víspera de un Corpa lejano y a Malandrín hubo que venderlo después de muchos sinsabores como caballo de paseo por un problema irreparable de sangrado.
Pero hoy, en cambio, el pensamiento que puede a cualquier otro, lo que no consigue quitarse Romualdo Garrido de la cabeza ni a la de tres, es el momento terminante en que su vida y la de Palamoss se cruzaron de una vez para todas.
Iba a ser una quinta carrera, un Premio Caja Madrid, como casi todas las quintas carreras.
Él llevaba una gemela preparada de casa: De Lore Toki-Lacrosse. Confiaba en los dos "joseluises" para completar una buena mañana, y hasta ese instante había estado seguro de que ni Azofra, ni Alijah, ni Operalani, con ese chico Roberto que monta como los ángeles, podrían estropearle la jugada.
Para colmo de bienes había fijado en la carrera anterior a Valios, con Paquillo Jiménez, como base de la doble y tampoco tenía dudas de que la doble no se le escapaba tras, por supuesto, la victoria de Valios en esa cuarta carrera.
En cualquier caso y aunque en la quinta el triunfo de Alijah con Borja Fayos, que portaba la banda blanca, le hubiera estropeado la gemela pensada y repensada en la quietud del hogar y habría de fastidiarle además la doble con Valios, aquel día, algunos meses antes del viernes tormentoso de su desgracia, a Romualdo Garrido de la Torre le había cambiado la vida al ver aparecer sobre la arena del paddock al número 13 del programa: un hijo de Night Shift y Palavera de nombre Palamoss.
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