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SOS (como el arroz) para Turf Internacional

 
Autor Mensaje
LORGOT
Registrado: 30 Nov 2006
MensajePublicado: Dom Feb 10, 2008 1:23 am    Asunto: SOS (como el arroz) para Turf Internacional  

Nunca he estado en un hipódromo en el extranjero.

Viví en Nueva York durante seis meses, cuando yo tenía apenas 18 years old (que es años) y a punto estuve de ir a Aqueduct una vez con una puertorriqueña de más de 80 años que vivía al lado de mi casa en Queens, en la época de Laffitte Pincay, Santos, Velásquez. Pero aunque suene a película de Berlanga, tras haber hablado muchos días sobre las carreras Estadounidenses con ella, tras haberme explicado las diferencias entre los diferentes tipos de pistas, las cualidades de los principales jockeys y las ventajas morfológicas de cada tipo de caballo para cada tipo de pista (era una verdadera erudita), fijamos la fecha de visita al hipódromo, donde ella no iba por su avanzada edad y porque no tenía con quien ir; pues bien, con toda la ilusión del mundo por ambas partes, la buena mujer coge y palma de súbito la noche antes. La verdad es que me pensé el ir, me animaba diciéndome, "no era nada tuyo; la conocías solo desde hace un par de meses, además fuma,...". Decidí que no; que no iba; que le guardaría el minuto de silencio y de manera respetuosa, respetaría un pacto non-escrito de complementariedad hípica.

Días despúes, y tras estar organizándome una visita aunque fuera yo solo, como un pipiolo, me llamaron de Madrid, diciéndome que la que había palmado ahora era mi abuela. Hacer las maletas y pal foro. La verdad es que ya me daba miedo organizarme siquiera una visita al Hipódromo de Colmenar de Oreja (si éste realmente, hubiera existido), ya que invariablemente hubiera palmado mi panadero, mi prima Begoñita (la del bigote) o cualesquier otro allegado.

Gracias a Dios, he conocido las interioridades del turf americano gracias a Chaque y al menos, me he formado en turf internacional (básicamente africano e Islas Fidji) gracias a las aportaciones de Spyrebel.

Desde hace unos años viajo mucho, principalmente por Europa, pero por diferentes motivos, falta de tiempo, compromisos, trabajo y porqué no decirlo, desidia y abandono, no he sido capaz de ir a Longchamp o a hipódromos más modestos en Alemania, Rusia, Polonia, Hungría o donde fuere. Y me da rabia, porque con un poco de organización podría haber disfrutado mucho de todos ellos.

De esta primavera no pasa que vaya con Rasputín a Pau, si esto puede considerarse una salida al exterior. Pero sí me gustaría que vosotros, los que habitualmente viajáis al extranjero a hipódromos, me diérais una orientación de cuáles resultarían imprescindibles, para yo mismo quitarme la disculpa del desconocimiento geográfico.

Muchas gracias
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Sansovino
Registrado: 02 Dic 2006
MensajePublicado: Dom Feb 10, 2008 2:26 am    Asunto:  

Querido Lorgot, me han encantado esas líneas que relataban tu complicidad con la abuela turfera de Nueva York. Supongo que algunos te contestarán enseguida recomendándote acudir a las excelsas pistas de Epsom o Longchamp, pero yo te paso un suelto con pretensiones literarias que escribí hace varios años y que podría titularse igual que esas guías de turismo un tanto cursis: PEQUEÑOS HIPODROMOS CON ENCANTO

El día de la Copa de Chester de 1899 un niño de 14 años, en lugar de acudir a la escuela caminó veinte kilómetros para asistir a las carreras de Chester en un intento de conseguir que el famoso entrenador John Porter le diese un empleo de mozo en sus cuadras. Tuvo que contentarse con contemplar las carreras desde las murallas romanas de la ciudad que se alzan cerca de la pista. Veinte años después aquel niño, llamado Steve Donoghue, era el jockey más famoso de Inglaterra. En 1915 ganó la copa de Chester sobre Hare Hill e hizo realidad su sueño de la infancia. "Hoy es el día más feliz de mi vida. Ganar la Copa es para mi más que ganar el Derby" manifestó a la prensa después de desmontar.

No era sólo la satisfacción de triunfar en su patria chica lo que hacía hablar así al gran Jockey del primer tercio de siglo, ganador de seis Derbys en Epsom. El Roodeye de Chester no es un hipódromo cualquiera. Es el más pequeño de Inglaterra, pero también el más antiguo. Y la Copa de Chester, con cambios menos significativos que el de otras carreras históricas, lleva corriéndose allí desde 1541, cuando faltaban todavía siglos para que se organizasen carreras en Ascot, Epsom o Newmarket.

El encanto de las carreras en Chester va unido al de la ciudad. Chester, como los "Castro" de la península ibérica, fue orginalmente un campamento romano. Conserva vestigios de esa época como parte de las murallas, aunque ya se sabe que el hermoso afán de conservación de los ingleses les ha hecho remozar muchos monumentos que aparecen en sospechoso buen estado, claro que eso es mejor que dejarlos caerse. Un amigo parodiaba esa forma de conservación: "Esta es la espada de Etelredo, del siglo VIII. Desde entonces sólo ha habido que cambiarle dos veces la hoja y tres el mango". Ahora la parte antigua de Chester es uno de los conjuntos arquitectónicos de la época Tudor mejor conservados, sea como sea, de Inglaterra. Paseando entre sus típicas calles en sentido opuesto a la estación se llega al Roodeye, un banco del río Dee cuya corriente se curva al pasar por el límite de la población. Allí ha habido carreras de caballos desde la edad media y como el banco es pequeño y tiene forma de ojo el recorrido alrededor ha sido siempre el mismo.

El río y la ciudad limitan el espacio disponible, por lo que la pista tiene sólo unos 1500 metros de cuerda (pensemos que La Zarzuela, que es una pista pequeña en comparación con la mayoría, es 250 metros más larga). Su forma es la de un círculo achatado o un ojo muy abierto con algunos tramos más o menos rectos; el que termina en la meta no tiene mucho más de 200 metros. En la Copa de Chester que se corre sobre una distancia de unos 3.700 metros, los caballos pasan tres veces ante las tribunas y en la disputa final de las carreras los jockey empiezan a montar al máximo cuando están casi en el lado opuesto de las tribunas.

Muchos entrenadores piensan que Chester es una pista más apropiada para carreras de galgos y ciertamente sus especiales condiciones favorecen a un tipo de caballo de acción ágil y acostumbrado a correr casi todo el tiempo en curva a mano izquierda. Eso ha hecho que las carreras de Chester hayan decaído con el tiempo, especialmente la Copa, que en el siglo XIX sólo era superada en popularidad por la Copa de Oro de Ascot. Sin embargo Chester conserva un importante meeting en Mayo, el martes, miércoles y jueves justo después de las Guineas de Newmarket. En esos días, además de la Copa, que es un hándicap, se corren dos importantes preparatorias para el Derby de Epsom: la Chester Vase y el Dee Stakes, una buena carrera para yeguas de tres años, el Cheshire Oaks, y una de grupo para caballos de edad, el Ormonde Stakes. Uno de los ganadores de la Chester Vase que luego triunfaron en Epsom fue Shergar.

El espacio está muy bien aprovechado y permite acomodar una cantidad considerable de espectadores, aparte de los que, como Steve Donoghue de niño, contemplan las carreras desde "el tendido de los sastres" de las murallas. Para dejar más sitio al público, el paddock se encuentra en el interior de la pista y se accede a él por un subterráneo. Todo ello, las especiales características de la pequeña pista y su historia hacen que las carreras en Chester tengan algo especial y yo recomiendo no perdérselas a quien tenga oportunidad de asistir (Está a corta distancia de Liverpool y en tren desde Londres se tarda menos de tres horas si hay buena conexión).

Chester es un pequeño gran hipódromo, pero yo no desdeño ni siquiera a los que son pequeños en todo. La emoción de las carreras puede encontrarse en cualquiera y si además es en un ambiente rural y tranquilo, mejor. Claro está que como contrapartida la calidad de los corredores no es la de los grandes circuitos. Pero eso no es verdad del todo. Desde luego es imposible ver en un hipódromo provinciano una carrera como el Arco de Triunfo, ni siquiera de nivel inferior, pero algunos campeones han empezado a destacar en pistas modestas como Royal Gait en Pineda. En Inglaterra muchos entrenadores de postín suelen probar a sus buenos dos años en hipódromos de segundo orden como Folkestone, donde empezó a correr el gran millero Kris, Salisbury, Leicester o Yarmouth.

En Francia hay más de doscientos hipódromos en provincias. El centralismo de la gran república hace que todas las grandes pruebas se disputen en las pistas de París, salvo unas pocas en verano en el cercano Deauville. Sin embargo la ley de la probabilidad hace que con frecuencia, algún corredor "de provincias" sea muy bueno, incluso buenísimo. Claro está que entonces, tarde o temprano hará las maletas y, como los emigrantes rurales, acudirá a labrarse un futuro en la capital. Pero hasta entonces se podrá disfrutar de su clase en los pequeños circuitos.

En España siempre envidié a los aficionados donostiarras. En Madrid teníamos más días de carreras, pero ellos además de Lasarte tienen a poca distancia los del sudoeste francés, Biarritz, hasta que se convirtió en un recinto exclusivo para trotones, Dax, Mont de Marsan, el tranquilo Tarbes con los Pirineos en lontanaza y La Teste, donde se corre entre los pinares de Las Landas. Y no me olvido de Pau, donde durante el invierno compiten muchos de los buenos saltadores parisinos.

Volviendo a las islas británicas, creo que si alguien comparte mi gusto por los hipódromos alejados del mundanal ruido debería también aficionarse a las carreras de obstáculos. De los 59 hipódromos existentes, 24 son exclusivamente para los saltos y entre ellos están algunos de los más bonitos como el pequeño Plumpton, Worcester, al pie de la catedral donde está enterrado el rey Juan sin Tierra, o Warwick, que también ofrece carreras lisas y que tiene una pista enorme, más extensa que la población que se alza a su lado. Además, las carreras de obstáculos británicas tienen una distribución más "democrática". Es muy frecuente que los grandes saltadores que compiten en Cheltenham, Aintree o Ascot, corran durante el año en diferentes hipódromos y se puede asistir a carreras de muy buen nivel en más de una docena de ellos.

Muchos hipódromos comparten ambos tipos de especialidades. También las han compartido grandes caballos como Royal Gait, el gran Sea Pigeon o la yegua Tebas a la que el Duque de Alburquerque hizo ganar el Gran Premio de Madrid viniendo de correr en vallas sus dos últimas carreras. En Madrid muchos nos aficionamos a las vallas admirando a aquellos jinetes míticos como el Duque o Chavarrías, y también contemplando ese rito de instalar los obstáculos sobre la pista de liso, que prolongaba la espera para la última carrera, la única que cada dos domingos se corría en la especialidad. Era un momento mágico cuando los jinetes acercaban a sus monturas para que contemplaran una valla de cerca y la saltaban como prueba antes de dirigirse a la salida.

En Alemania, Irlanda y otros países es frecuente que algunos hipódromos ofrezcan carreras de liso y de obstáculos en la misma reunión y en Francia hay algunos donde en el mismo día se corren pruebas de liso, vallas, steeple y trote. En cambio en Gran Bretaña los 19 hipódromos "mixtos", con pistas de liso y de obstáculos, jamás las mezclan en la misma jornada, con una única excepción: un día de Abril en Sandown Park. Esta tradición se mantiene desde el 22 de Abril de 1875, día en que se inauguró el magnífico hipódromo cerca de Londres con un programa mixto, y cada año a finales de Abril, la Copa Withbread, una importante carrera de steeple, comparte jornada en Sandown con carreras de liso como el Classic Trial, una preparatoria para el Derby.

Para finalizar, en la guía de "pequeños hipódromos con encanto" podrían incluirse tres de los más recónditos: El primero, Bagneres de Luchon, en plenos Pirineos, donde el pequeño campo de aviación se transforma en hipódromo, con paddock y hasta con totalizador de apuestas, durante tres días de verano de cada año cuando se celebran las fiestas de ese balneario de montaña. Luchon está a unos poco kilómetros de la frontera española, atravesando desde Viella en el Valle de Aran por el Col du Portillon, uno de los míticos puertos del Tour de Francia. El segundo es Manheim, la pista más pequeña de Alemania, pero en un emplazamiento idílico entre pinares, cerca de la hermosa ciudad del Palatinado. Para terminar el primer hipódromo y quizá el único de un país muy desarrollado pero donde las carreras son recónditas es Duingdigt escondido en un bosque cerca de La Haya (Den Haag). Recomiendo vivamente acercarse un día a ver sus carreras.
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