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EL TIEMPO COMIENZA YA
 
Autor Mensaje
Leonard Quercus
Registrado: 13 Dic 2006
MensajePublicado: Mar Mar 25, 2008 8:53 pm    Asunto: EL TIEMPO COMIENZA YA  

Henry Mancini, Enrico Nicola Mancini, fue un grandioso compositor americano nacido en Cleveland y nominado al óscar en diecisiete ocasiones. Diecisiete nominaciones que se tradujeron en cuatro estatuillas.
Henry Mancini es el celebérrimo autor de la banda sonora de las películas de La Pantera Rosa, algo que bastaría para que su nombre fuera reverenciado sin pausa hasta que de este garito no quede piedra sobre piedra, pero también lo es de las músicas de Días de Vino y Rosas, Arabesco, Charada, Víctor o Victoria y el artífice en 1961 de la partitura de Moon River, interpretada en Desayuno con Diamantes de Blake Edwards y una de las canciones más hermosas en la historia del Cine.
Moon River es una canción de anhelos, nostalgia y búsquedas. Recibió, por supuesto, el óscar a la mejor canción y ha sido grabada por más de cien artistas.
En la película Desayuno con Diamantes Moon River era entonada guitarra en mano por una melancólica Audrey Hepburn (qué bella Audrey Hepburn, señores) mientras un jovencísimo Hannibal Smith la contemplaba -a Audrey, digo- embelesado.
Cuando yo me fui a la mili me encontré con una de las más grandes personas que en el mundo han sido: mi compañero Juan Carlos. De mi compañero Juan Carlos no tengo noticias por esquivo desde hace unas cuantas navidades, y sólo me quedan de él unas cuantas fotos desperdigadas con las que se puede seguir alucinando por su parecido milagroso con el Goofy de Walt Disney. Digo que no tengo noticia alguna de mi compañero Juan Carlos, pero le pido por él siempre a Dios en mis oraciones porque me mantuvo con ánimo y en perfecto estado de revista durante muchos de los peores momentos que yo viví con él y con el resto de la compañía en las instalaciones y cercanías del acuartelamiento CIMOV 1, anclado en la preciosa y hospitalaria tierra cacereña.
Juan Carlos estaba (lo seguirá estando, imagino) enamorado de Audrey Hepburn, y se había comprado la versión de Moon River de nuestra querida señorita para escucharla repetidamente cuando al toque del Amor él se volvía poeta.
Yo en cambio de Moon River prefiero la versión de Frank Sinatra; la versión de La Voz.
La voz de Frank Sinatra, la voz de La Voz, me llega directamente al corazón sin pasar por filtro alguno ni por la casilla de salida, algo que me pasa también con la voz de Freddy Mercury, con la voz de Bárbara Hendricks, o con la voz de La Mari (la de Chambao).
Esta tarde me he acercado al Hipódromo a comprar mi abono de General. Y no he dejado de acordarme de mi fiel amigo (my huckleberry friend) Juan Carlos, el de la mili, porque como él escuchando una y otra vez a Audrey Hepburn al volverse poeta cuando le tocaba el Amor iba yo escuchando Moon River en la voz de La Voz una y otra vez.
Luego, en la caseta aledaña a la caseta de seguridad, junto a My Mourne, que fue miembro de la Cuadra Vadillo, junto a Jose María -que es propietario flamante de un Denver County-, junto a Enrique -el hombre de los datáfonos- y junto a Roberto -que escribía celoso en el foro una historia de Dom Alain hasta que un energúmeno le quitó las ganas de continuar-, he recibido de manos de Estela, que tiene los ojos verdes como las hurís del profeta, y de las de Laura, que es una muñeca, mi más preciado y terrenal acreditativo: mi tarjeta de General.
Moon River es una canción de anhelos, de nostalgia y de búsquedas. Enrico Nicola Mancini la compuso teniendo presente las limitaciones de Audrey Hepburn, que la entonó melancólica guitarra en mano mientras un jovencísimo Hannibal Smith la contemplaba embelesado.
Moon River recibió, por supuesto, el óscar a la mejor canción y ha sido grabada por más de cien artistas. De entre todos ellos, de entre todas esas versiones, mi preferida sigue siendo la de Frank Sinatra. La de La Voz.
El domingo vuelven las Carreras a la capital, y los aficionados madrileños estamos de enhorabuena. El entusiasmo nos desborda y puede con todo. El entusiasmo que he visto esta tarde en la caseta aledaña a la caseta de seguridad en los ojos de My Mourne y en los de Jose María, flamante propietario novel de un Denver County.
Ese entusiasmo que me toma por asalto a mí las mañanas de temporada al avanzar por la carretera que une a Macondo con La Zarzuela, el viejo creador de sueños, el destrozador de corazones.
El entusiasmo que sentía el alma enamorada de mi amigo Juan Carlos al escuchar en su tocadiscos de última generación a su idolatrada Audrey Hepburn, que para él no tenía limitaciones.
El domingo vuelven las Carreras a Madrid, señorías. Hay anhelos que se hacen pequeños y búsquedas que terminan.
Pasen y vean.
Hay tanto que ver...

http://youtube.com/watch?v=Uweq4_K5sTc
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