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EL DÍA DE LAS CHICAS
 
Autor Mensaje
LORGOT
Registrado: 30 Nov 2006




Publicado: Mar Abr 29, 2008 7:21 pm    Asunto: EL DÍA DE LAS CHICAS  

El domingo pasado me llevé al hipódromo a mi amigo “El Muekas”, individuo que en su vida había pisado hipódromo alguno. Y le llevé al hipódromo con el reclamo de que este domingo era “el día de las chicas”. El título le parecía sugerente y yo, taimadamente, reforcé el título con explicaciones como “van a estar las más guapas del hipódromo”, o “estarán bien afinadas, limpias y lustrosas”, o “ya verás cómo al final, resultarán unas madres ejemplares”… y la verdad, es que no le estaba engañando en ninguno de los puntos.

Y me aparece el Muekas en el hipódromo, el domingo por la mañana, como un pincel, un figurín, pensando en que vamos a triunfar como Antoñete en la Monumental de Burgos; con su chaquetilla a finos cuadros, su elegante pantalón beige, y la sonrisa profidén de las mejores ocasiones, sin tener aproximada idea de lo que es un cánter o pensando que atacar por los palos, es enderezarle a uno los lomos con varas de fresno; sin conocimiento alguno de lo que es la capa alazana (¿quizás una modalidad de capa española?) o de qué va lo del cordón corrido… No te digo nada cuando le dije que el caballo era calzado de atrás, que a poco le estaba buscando los mocasines…

El Muekas entra en el Hipódromo y queda asombrado de la belleza del recinto, de lo bien cuidadas que están las praderas y como no es en exceso cerrado de mente, en las posibilidades del lugar cuando se hayan acabado las obras: una belleza me dice… mirando a una joven que aligerada de ropas excesivas pasa a nuestra vera: ya hemos conseguido algo; que el Muekas, aunque persista en su afán conquistador, se ha fijado en el entorno y lo ha valorado muy positivamente.

Le acerco al paddock y reposando en la barandilla vemos pasar lozanas y altivas las yeguas de la segunda: bonita esa Flamenca, me dice, y le contesto, más bonita su propietaria; pero sigo absorto su metamorfosis y veo que cada vez impone mayor profundidad hacia la percepción de las yeguas (está sudada, ¿no?), reduciendo su intensidad hacia las bellas mozas que sirvieron de reclamo primario; al final del paseo de la segunda me había cosido a preguntas, la mayor parte atinadas, sobre el estado de carnes de alguna (de las yeguas, naturalmente), o por las vendas que otras lucían de manera llamativa.

La secuencia fue progresando de tal manera, que comencé a asustarme, ya que en la cuarta apenas volvía la cabeza ante la presencia de las altaneras mozas, sino que rápidamente me arrastraba al paddock a seguir con su curso acelerado y progresivo de formación hípica (¿y ése que se gira y cabecea?)… El Muekas disfrutó de las carreras y le dio pena no haberlas conocido antes.

Mi amigo el Muekas quedó deslumbrado por el colorido de las carreras, por la emoción de la apuesta, por algunos generosos escotes (no defraudó el hipódromo a mi amigo en este aspecto), por el olorcillo y sabor de la longaniza soasada por el Arguiñano del bar del paddock. Mi amigo el Muekas vuelve en breve al hipódromo, encantado de la vida: y eso que no ganamos apuesta alguna que diera empujoncillo a su incipiente afición. No todo son las frías apuestas, no todo es cálculo y desarrollo matemático: está el galopar de los caballos, el ver al bueno de Ceferino ya recuperado en el paddock, disfrutar de un magnífico día primaveral y poder observar escotes y cimbreantes cinturas en las proximidades de la pista.

Las carreras enganchan a las almas sensibles. Mi amigo el Muekas vuelve, aunque no sea el “día de las chicas”; otro más para la causa.

Pdta: el domingo en el hipódromo, seré yo el que corra delante de un individuo que irá haciendo guiños… el de los guiños, es “El Muekas”
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