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Amontillado, con solera
 
Autor Mensaje
LORGOT
Registrado: 30 Nov 2006
MensajePublicado: Sab Abr 19, 2008 7:12 pm    Asunto: Amontillado, con solera  

AMONTILLADO era un caballo de la Cuadra Urbión (chaqueta a cuadros verdes y blancos) nacido en 1973 hijo de Caray y Mariska, que con 8 años era un asiduo competidor en las carreras de vallas que aún se celebraban en los 80´s en el Hipódromo de la Zarzuela. De cuando en vez, su preparador, D. Ceferino Carrasco Ñolo, a la sazón padre del fabuloso jockey Ceferino Carrasco Reyna, que el hombre anda malito, le hacía correr en carreras de liso, siempre en las zonas bajas de las últimas partes de hándicaps; resultados: más bien discretos.

Sin embargo, en las carreras de vallas, Amontillado se transformaba. Salía en este caso con los tops de la escala (70-75 kg), montado por el Chepa Martín, por Matías Borrego, por Sr. Salas (F.J.) o por Cachi Balcones y lograba apabullantes victorias y colocaciones “a tutiplén”. Pareciera que Amontillado hubiera nacido para correr este tipo de carreras y que, el tener que correr en liso le causara un mayor esfuerzo que el saltar alegremente las vallas que por entonces había en el hipódromo (por cierto, ¿dónde están esas vallas?, porque no creo que nadie se las haya llevado a casa para adornar jardines y ornamentar espaciosas salitas de estar de estilo chill-out).

A Amontillado le cuidaba con extremo cariño, D. Ceferino Carrasco Ñolo, caballero andaluz que apenas levantaba palmo y medio del suelo; yo le recuerdo ya mayor, con poquito pelo, con enjuto cuerpecillo, con un aspecto frágil que seguramente encerrara un carácter fuerte y curtido, y ofreciendo esa perspectiva que te hace saber de inmediato, que te encuentras frente a un tipo verdaderamente sabio. D. Ceferino Carrasco Ñolo era un amante de los caballos, y en particular, era un amante de Amontillado (del caballo, no del vino generoso, no nos confundamos); le cuidaba con gran cariño y esmero y lo más lejano que pudiera/ese pasarle por la cabeza es buscar explotar, dañar, perjudicar o reventar a su caballito. Al contrario, perseguía darle esa dosis de confianza que todo caballo necesita, buscaba que Amontillado demostrara sus mejores cualidades (las que exhibía en las carreras de saltos), buscaba ofrecerle sus momentos de gloria; y es por ello por lo que le preparaba con esmero y tesón para que corriera las carreritas de vallas en las que Amontillado demostraba su aptitud y su buen valor.

Amontillado, caballo Pura Sangre Inglés (y por tanto, con aptitud deportiva), corría con otros caballos muy adaptados a las carreras de vallas (Bois de Roses -gran nombre-, Pandar, Madeira, Neapolitan Girl, Atrafalgar, Tiburón, Torvisco, Tintorro, Macareno -hey. Macareno-, Roi de France, Glycerius, Dickie Boy). Eran todos ellos, caballos que en liso apenas tenían cabida, y que habían encontrado su sitio en este tipo de pruebas, ganándose el pienso honradamente participando en el maravilloso espectáculo de las vallas. Y no era raro encontrar al propio Amontillado, ya a sus ocho años, partir hacia las cintas de salida, dando consejo a sus noveles compañeros: “Madeira, con precaución en el salto de las últimas vallas, que llegamos con menos fuerzas”, “Pandar, déjate llevar por el Marqués, que sabe lo que hace en este tipo de carreras”…

Una vez leí una bella historia, escrita por la igualmente bella Afriketa, referida al caballo Jovellanos (tan parecida a la de otros muchos caballos del hipódromo que no resultaban “rentables“): su retirada a cuadras de paseo, su embarque hacia lugares desconocidos, donde vaya usted a saber qué pasaría con ellos; mi pregunta es, ¿qué hubiera sido de Amontillado sin su afición a las carreras de vallas, sin su adaptación y sin su capacidad para correr este tipo de pruebas?… La respuesta parece obvia: con cuatro-cinco años, retirada a cuadras, y tras un tiempo…

Las carreras de vallas, independientemente de su componente estético, de su validez para encontrar sementales o yeguas de cría de alto valor o de su ¿“dureza”?, se convertían en un refugio para los caballitos y yeguas que tenían esa predisposición, esa aptitud natural, y que en carreras de liso apenas podían participar.

Las carreras de vallas se convierten, oh paradojas de la vida, en una posibilidad de mantener caballos en entrenamiento, de darles una oportunidad para poder demostrar sus cualidades. Hay aficionados que abogan por su exclusión en el programa argumentando excesiva dureza. Yo me preguntaría, ¿es más duro hacerles correr en una especialidad en la que han demostrado ser diestros deportistas, o a lo peor, resultaría más deseable, retirarles a un destino que no merecen y que más tarde que temprano les llevaría a…? That´s the question.
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