bandido
Registrado: 29 Nov 2006 |
 Publicado: Mar Abr 01, 2008 11:57 am Asunto: LA MIRADA DE UNA NUEVA AFICIONADA |
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Tuve la gran suerte de conocerla este fin de semana. Recorrió cientos de kilómetros para no faltar a la jornada inaugural de la temporada de primavera en La Zarzuela. Una mujer joven, agradable y muy guapa. Su pasión son los caballos, y no hace mucho ha entrado en este mundo cibernético para compartir con nosotros su gran afición. Su ilusión, dedicar su vida a ellos.
Presenció una poule, conoció las instalaciones, las cuadras, vio entrenamientos, saludó a preparadores, asistió a la veterinaria que hizo de Cicerone el sábado por la mañana, compartió tertulias hípicas demostrando hasta que punto está tan enamorada de los equinos y de lo que le rodea. En el hipódromo se dirigía con avidez de una parte a otra del recinto sin importarle el frío de la mañana, ni la torreta, ni los andamios que impedía subir hasta lo más alto de las tribunas de Torroja. Saludó a los jockeys que montaban aquella mañana, especialmente a “su Iván López”, y no perdió detalle de todo lo que aconteció a su alrededor.
Por un momento me vi reflejado en ella. En el día en el que conocí yo también este maravilloso mundo. Vi en sus ojos la ilusión del aficionado que nace y descubre esta especie de paraíso donde muchos de nosotros nos sumergimos para abandonar por unas horas los problemas cotidianos. Era capaz de sentir yo también esa extraña sensación que nos embarga ante lo que vemos cuando es desconocido y atrayente. Esa seducción que hace que ya nunca más dejemos de mirar a la Cuesta de las Perdices cuando pasamos con el coche, o cuando como hoy nos conectemos a las páginas hípicas para ver los partants, o cuando el lunes lees aquí el comentario de las carreras del día anterior. Y por un momento me vi a mi también años atrás cuando era un chiquillo y jugaba en los jardines a ser Florentino o Gelabert en los jardines de la puerta sur, entre carrera y carrera, o trepaba hasta lo más alto de la tribuna para ver los colores de la Cuadra Rosales, de la Machín o Alborada.
El domingo por la tarde se fue cansada; el fin de semana fue muy intenso, pero feliz. Quizá con un poco de nostalgia por no poder estar de nuevo el siguiente domingo. Quizá por que dejaba atrás esos días en los que había estado en el mejor sitio del planeta. Pero se despidió con la promesa de volver de nuevo a revivir esos momentos tan especiales.
Yo me quedo con su sonrisa, con sus tertulias, con su alegría, con su simpatía, con su ilusión, pero sobre todo y ante todo, con su mirada. Con esa mirada que por favor, no pierdas nunca.
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